Primeros asentamientos.
Si hay alguna definición para Corralejo ésta debería ser la de encrucijada entre dos islas que casi podrían considerarse como una sola, Lanzarote y Fuerteventura. Aunque estas dos tierras han sido caprichosamente separadas por el océano, ambas comparten los mismos cimientos bajo éste. Desde comienzos del siglo XV Corralejo se convirtió en punto de encuentro cuando el aventurero normando Jean de Bethencourt y sus hombres llegaron a la isla, tomando las soleadas playas y tranquilas aguas de Corralejo como puerta de entrada a los productos de la isla vecina, tales como pescado salado, camellos, cabras, batata, leña…
Poco a poco y con este ir y venir de marineros, se fueron construyendo pequeñas y humildes cabañas de pescadores hechas de piedra seca colindando con austeros corrales caprinos que con el paso del tiempo iban a dar lugar a la conocida denominación de Corralejo a toda la comarca. Durante años este trasiego de pasos marítimos fue albergando a más pobladores e historias personales. Debajo de cada roca y piedra de Corralejo se esconden historias de penas, anhelos y alegrías de multitud de estos lobos de mar.
En el siglo XVIII diversas familias de pescadores lanzaroteños, huyendo de las frecuentes erupciones volcánicas, se fueron instalando de manera definitiva en el norte de la isla, lo que acercó también a pobladores interiores de Fuerteventura hacia la costa. Esto derivó en una evolución en las construcciones que dio paso a casas y fincas más confortables que las viejas chozas o cuevas que al principio servían como refugios temporales. De este modo Corralejo fue consolidándose como municipio referencia en el norte de la isla, llegando a tiempos más contemporáneos en los que la actividad turística fue desplazando la actividad tradicional.
Nuevos tiempos, nuevas oportunidades.
En el puerto de Corralejo se instalaron grandes navieras que acercaron más a las dos islas con el transporte de personas y vehículos, lo que aceleró la creación de comercios. Las viejas casas familiares de pescadores fueron reformadas y transformadas en restaurantes y locales para satisfacer la cada vez más grande entrada de turistas a la comarca. Esto causó un incremento de la población, hasta el punto de alcanzar los 18.000 habitantes y desarrollar la potente red de servicios con los que se cuenta actualmente.
A parte de la actividad turística otros sectores importantes en el municipio de La Oliva, al cual pertenece Corralejo, siguen aportando un gran valor añadido a la zona. El queso majorero, con denominación de origen desde 1.996 en España, es el producto por excelencia de esta zona siendo de una gran calidad y sabor gracias al gran número de cabras y pastos disponibles. En la Isla existen hasta 16 queserías bajo las cuales se puede etiquetar su producto bajo la denominación de origen Queso Majorero, marcas como Maxorata o el Pastor Isleño se pueden encontrar en todos los supermercados. La Pesca es otro gran pilar económico en el municipio, sobre todo en los puertos de El Cotillo y Corralejo.
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